Hoy es uno de esos días en los que me pregunto si es posible que el humano promedio aprenda a vivir. Hace varios que vengo observando las formas de reaccionar de varias personas, algunas que me rodean, otras que solo leo a través de Internet.
No entiendo como pueden ahogarse en un vaso de agua, vivir continuamente con esa mochila cargada de monotonía, costumbre y rutina durante tanto tiempo ¿Reaccionarán en algún momento?
Ya lo dijo un grande: loco no es el que intenta algo distinto sino el que espera resultados diferentes haciendo lo mismo. El estilo está siendo desplazado por la moda. Ya prácticamente nadie innova, las ideas desaparecen y solo se discuten hechos o personas.
Esto se refleja en la política institucionalizada de la que tanto se habla, en relaciones familiares o amistosas, en parejas. En miles y millones de cabezas bloqueadas quién sabe por qué.
¿Hasta cuándo una persona puede tolerar la falta de esperanza, el machismo, la intolerancia o el egoísmo? ¿Hasta cuándo puede sentir que le tocó vivir una infelicidad de la que no puede escapar?
Parece que le están dando la razón a Nietzsche. El humano no está siendo otra cosa que un animal irracional, que perdió la sanidad del instinto, la espontaneidad. Un animal que vive de estructuras, que vende su capacidad de pensamiento a cambio de un puesto en la burocracia. Un numerito en el sistema, un rol en la obra más trágica del teatro.
La mujer se somete a ser propiedad del hombre, la amistad se transforma en costumbre, la esperanza en un desligamiento de responsabilidades. La capacidad de razonar, en un disco rayado que repite la conducta generalizada.
Pretenden vivir en el pasado o futuro y no se dan cuenta que lo esencial está en el gerundio. No hay mucha ciencia, es algo simple.
Hoy es uno de esos días en los que necesito leer, escuchar o mirar algo que me despeje. Voy a ver qué encuentro.
viernes, 17 de diciembre de 2010
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