¿Qué? Son dos cosas distintas.
Generalmente uno evita estar solo, intenta relacionarse. Vas al jardín, hacés amigos. Tenés vecinos. Vas al colegio, conocés más gente. Lo mismo para la facultad, laburo o donde sea. Constántemente buscamos relacionarnos entre nosotros e interactuar.
Bueno, siempre fui bastante mezquino en todo eso. Desde que soy chico me odian o me adoran; se divierten conmigo o me quieren cagar a trompadas; se enamoran o ni me dan cabida; me escuchan o me gritan. Nunca fui de los que se lleva bien con todos o la gran mayoría ni tampoco se me ocurrió intentar semejante cosa. Sé muy bien quiénes están o no cerca e intenté elegir eso siempre.
Es muy común que las personas no quieren estar solas, muchas se aterran con solo imaginarse la idea de estarlo. Se juntan a estudiar o a mirar programas de televisión aunque podrían hacerlo de manera individual, se invitan entre ellas a dormir, comer, o hacer algo. Contrariamente a ellas, desde hace un tiempo, cada tanto, necesito estar solo, aunque siempre aparezca alguien a interrumpir el ritual.
Creo que la idea es estar el tiempo suficiente sin compañía para sentir lo que el resto tanto teme, que es sentirse solo. A mí sinceramente no es algo que me angustie, aflija ni mucho menos, justamente lo necesito para pensar únicamente en mí, para poder revisar con claridad qué estuve haciendo, qué hago, qué tengo planeado a hacer y qué tendría que hacer en realidad.
Últimamente intenté estar solo. Las personas que me conocen se dieron cuenta de eso porque justamente intentaron acercarse a mí más de lo que acostumbran a hacerlo. Tengo planes de estar así por un buen tiempo o al menos, intentar estarlo la mayor parte del tiempo posible. De hecho, que vuelva a escribir acá es una de las tantas señales que insinúan que estoy haciendo un viaje introspectivo para ver hacia qué rumbo están marchando las cosas.
Por ahí son situaciones complicadas de explicar, sobre todo para personas ajenas a uno pero siempre se pueden encontrar analogías lo suficientemente didácticas como para que las cosas sean más claras. A ver si puedo.
Es muy probable que si pensás en un videojuego, instantáneamente se te vengan recuerdos de Mario Bros, los ladrillos del Tetris o los fantasmas del Pac-Man a la memoria. Si bien siempre fui bueno con el Tetris o el Pac-Man, nunca me llamaron demasiado la atención porque soy de los que esperan que un juego tenga principio y final, así que para este ejercicio didáctico, necesariamente tenés que pensar en el Mario Bros. Ahora podés prender imaginariamente el TV, la Family Game, cargar el cartucho y empezar el primer nivel.
Luego de pasar algo así como 4 niveles, aparece el primer boss, jefe, monstruo. Al primer intento, perdés un par de vidas. Tal vez tengas que volver a empezar todo de nuevo para poder superarlo. Puteás, revoleás el cartucho, apagás todo. Volvés a intentarlo una, dos, tres, muchas veces hasta que por fin lo conseguís. Superás la primer fase del juego y pasás a la segunda donde todo es más o menos lo mismo aunque un poco más complejo.
Ahí podés jugar el juego de varias maneras. Podés ir siempre para adelante o intentar buscar lugares que pueden pasar desapercibidos. Si jugaste Mario Bros y salteaste niveles sabés de qué estoy hablando. La cuestión es que después de unas horas, la vista se cansa y necesitás descansar, independientemente de que salteés o no algunos niveles.
¿Qué hacer? Ahí podés apagar todo o dejar los aparatos enchufados y dormir una siesta, sacar el modo AV del TV para distraerte un rato, o lo que sea.
Bueno, de eso se trata. Decidí poner las cosas en suspenso para ver si el juego me sigue gustando o solo lo estoy jugando porque me acostumbré a hacerlo. De repente me encuentro con un juego que se está volviendo cada vez mas monótono, entonces lo primero que se me ocurre es que tal vez pueda saltear algunos niveles que podría haber salteado antes para revertir esa situación.
Ahí me doy cuenta que estoy aburrido y parece que tengo que dejar cosas atrás y adelantarme al menos un par de niveles. Sé que podría haberlo hecho antes pero por algún motivo intenté no hacerlo. Quién sabe.
Dejando a un lado la analogía berreta y las distintas cosas que fueron apareciendo en mi cabeza, creo que en este tipo de situaciones donde uno se pone a pensar qué está haciendo y sobre todo, con qué personas lo está compartiendo, lo interesante es ver el progreso, lo positivo de no conformarse con la monotonía de todos los días. Saber que es bueno evitar mirar para el costado cuando hay situaciones que no cuadran con el esquema.
Siempre nos confundimos y hacemos mal las cosas, está en nuestra naturaleza. Podés equivocarte en algo que digas, podés decir las cosas de mala manera, podés tener debilidad en ciertas cuestiones y no poder evitar que el demonio te bloqueé y no te deje reaccionar con tranquilidad y raciocinio. Algunas veces vas a hablar de más, otras te vas a quedar sin palabras; algunas vas a sentir tranquilidad, otras vas a querer prender fuego el mundo. Consejo gratis: evitá mentir.
De todas formas creo que lo peor que uno puede hacer es esperar resultados distintos haciendo siempre lo mismo ¿Cómo puede un dibujo monocromático transformarse en miles de colores?
Peor aún ¿Cómo puede un olmo dar peras?
En fin. Tal vez lo peor que uno puede hacer es ser lo suficientemente necio como para esperar que el olmo de peras.
Últimamente intenté estar solo. Las personas que me conocen se dieron cuenta de eso porque justamente intentaron acercarse a mí más de lo que acostumbran a hacerlo. Tengo planes de estar así por un buen tiempo o al menos, intentar estarlo la mayor parte del tiempo posible. De hecho, que vuelva a escribir acá es una de las tantas señales que insinúan que estoy haciendo un viaje introspectivo para ver hacia qué rumbo están marchando las cosas.
Por ahí son situaciones complicadas de explicar, sobre todo para personas ajenas a uno pero siempre se pueden encontrar analogías lo suficientemente didácticas como para que las cosas sean más claras. A ver si puedo.
Es muy probable que si pensás en un videojuego, instantáneamente se te vengan recuerdos de Mario Bros, los ladrillos del Tetris o los fantasmas del Pac-Man a la memoria. Si bien siempre fui bueno con el Tetris o el Pac-Man, nunca me llamaron demasiado la atención porque soy de los que esperan que un juego tenga principio y final, así que para este ejercicio didáctico, necesariamente tenés que pensar en el Mario Bros. Ahora podés prender imaginariamente el TV, la Family Game, cargar el cartucho y empezar el primer nivel.
Luego de pasar algo así como 4 niveles, aparece el primer boss, jefe, monstruo. Al primer intento, perdés un par de vidas. Tal vez tengas que volver a empezar todo de nuevo para poder superarlo. Puteás, revoleás el cartucho, apagás todo. Volvés a intentarlo una, dos, tres, muchas veces hasta que por fin lo conseguís. Superás la primer fase del juego y pasás a la segunda donde todo es más o menos lo mismo aunque un poco más complejo.
Ahí podés jugar el juego de varias maneras. Podés ir siempre para adelante o intentar buscar lugares que pueden pasar desapercibidos. Si jugaste Mario Bros y salteaste niveles sabés de qué estoy hablando. La cuestión es que después de unas horas, la vista se cansa y necesitás descansar, independientemente de que salteés o no algunos niveles.
¿Qué hacer? Ahí podés apagar todo o dejar los aparatos enchufados y dormir una siesta, sacar el modo AV del TV para distraerte un rato, o lo que sea.
Bueno, de eso se trata. Decidí poner las cosas en suspenso para ver si el juego me sigue gustando o solo lo estoy jugando porque me acostumbré a hacerlo. De repente me encuentro con un juego que se está volviendo cada vez mas monótono, entonces lo primero que se me ocurre es que tal vez pueda saltear algunos niveles que podría haber salteado antes para revertir esa situación.
Ahí me doy cuenta que estoy aburrido y parece que tengo que dejar cosas atrás y adelantarme al menos un par de niveles. Sé que podría haberlo hecho antes pero por algún motivo intenté no hacerlo. Quién sabe.
Dejando a un lado la analogía berreta y las distintas cosas que fueron apareciendo en mi cabeza, creo que en este tipo de situaciones donde uno se pone a pensar qué está haciendo y sobre todo, con qué personas lo está compartiendo, lo interesante es ver el progreso, lo positivo de no conformarse con la monotonía de todos los días. Saber que es bueno evitar mirar para el costado cuando hay situaciones que no cuadran con el esquema.
Siempre nos confundimos y hacemos mal las cosas, está en nuestra naturaleza. Podés equivocarte en algo que digas, podés decir las cosas de mala manera, podés tener debilidad en ciertas cuestiones y no poder evitar que el demonio te bloqueé y no te deje reaccionar con tranquilidad y raciocinio. Algunas veces vas a hablar de más, otras te vas a quedar sin palabras; algunas vas a sentir tranquilidad, otras vas a querer prender fuego el mundo. Consejo gratis: evitá mentir.
De todas formas creo que lo peor que uno puede hacer es esperar resultados distintos haciendo siempre lo mismo ¿Cómo puede un dibujo monocromático transformarse en miles de colores?
Peor aún ¿Cómo puede un olmo dar peras?
En fin. Tal vez lo peor que uno puede hacer es ser lo suficientemente necio como para esperar que el olmo de peras.
Cualquiera en su sano juicio arrancaría de raiz el ommo y plantaría un peral.