¿Existirá alguna forma de transformar un día totalmente negro en blanco o gris, al menos? ¿Será posible que de un rejunte enorme de angustia, impotencia e incertidumbre nazca algo positivo?
Claro, hoy viví uno de esos días interminables, agotadores. Días en los que la cabeza está a punto de estallar y se cruzan tantos sentimientos que si preguntan cómo estás, no sabés realmente qué responder. A veces esbozás un "triste" o "angustiado", otras "con mucha impotencia y rencor"; a las dos horas "cansado" o "agotado"; al finalizar el día, sale de la nada una mueca que intenta reconfortar el estado de ánimo con alguna que otra frase de autoayuda: "hay cosas peores", "siempre que llovió paró", "mañana será un día nuevo" y demás pelotudeces.
Por supuesto, gran parte de estas 24 horas, se dedica exclusivamente a analizar qué pasaría si las cosas siguen así. Hasta qué punto se podría soportar y cuáles podrían ser las eventuales consecuencias.
Todo tiene un límite, sí. El tema es que no siempre se lo conoce. Hay límites territoriales, límites de competencia, límites estrictamente matemáticos que generalmente no presentan problemas al momento de reconocerlos. Con los sentimientos la cosa es un poco más complicada, reconocer estos límites no es tan simple porque pareciera que uno tiene el control sobre ellos.
Muchas veces hacemos vista gorda a lo que está pasando o bajamos la marcha para no llegar a ese momento donde no queda otra salida que mandar al tacho las cosas que no van, las cosas que no funcionan. Inconscientemente intentamos buscar soluciones para algo que de entrada no las tiene. Intentamos demorar el choque con el límite al máximo posible.
Un día te encontrás con una relación con tu papá inexistente. Otro, una relación amorosa que no tiene pies ni cabeza. Superás ambas situaciones y te chocás con problemas burocráticos o económicos. No sé qué vendrá mañana.
Por supuesto que la teoría y la práctica son situaciones opuestas. El hombre es libre por naturaleza pero preso de sí mismo ¿A quién se le puede ocurrir semejante cosa?
Cuatro años, un período presidencial. Una de las personas de las que más estoy aprendiendo, solo tiene dos y medio. La diferencia de edad que tengo con mi hermano es de cinco años.
¿No es tiempo suficiente? ¿1460 días de incertidumbre, dolores de cabeza, noches sin dormir, ansiedad y cambios bruscos en emociones, no deberían ser un límite? ¿Cuántas veces habrá que tropezar con la misma piedra si 1460 no son suficientes?
La verdad no sé si un día como este, que no quiere terminar, pueda sacar algo positivo. De lo que estoy seguro es de que estoy tocando el límite hace bastante.
No va más.
jueves, 17 de febrero de 2011
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