martes, 10 de agosto de 2010

Mitad despierto, mitad dormido.

¿Qué está pasando con la gente? ¿Tanto están cambiando las cosas?

Habría que proponer que se modifique el significado de progreso por el de involución. Más allá de que sea algo totalmente absurdo, al menos se aceptaría un poco más la realidad que viven muchas personas.

El problema tiene que andar por ahí, en las palabras. Debe estar dando vueltas una versión editada del diccionario de la RAE con un 10% del contenido de aquel, que solo recopila palabras que pertenecen a una misma familia: negación, conformidad, miedo, falsedad, inseguridad. El resto se resume en un par de páginas y son situaciones distintas que encajarían perfectamente en los términos "anormalidad", "locura", "disparate" y demás sinónimos.

Hacemos algo. Cuando te cruces a un pibe o una pibita con más de 18 años de edad, preguntale qué quiere; si no te responde "egresarme, plata o ser famos@", es anormal. Ahora preguntale a un adulto qué quiere, si te responde que pretende lo anterior para su hij@. Ambos viven inseguros, rodeadas de miedos, están conformes con su casa-auto-mascota y ninguno te permite hacer una tercer pregunta.

En mi tiempo libre suelo analizar situaciones como esa. Quedan pocos soñadores, casi ninguna soñadora. Se ven muy de vez en cuándo y se están perdiendo en distracciones o inventos que lo único que buscan es reducir el número de soñadores a cero. Nos quieren convertir en títeres, quitarnos esa sensación de que todo es posible y parece que lo están haciendo muy bien.

La vida es una cárcel con las puertas abiertas. Tiene algunos condimentos que las penales, donde no hay más que un par de colchones y un baño, no tienen. Acá te dan televisión, MSN, Facebook, cámaras de fotos, boliches; alguna que otra película, serie o programa que intenta demostrar que los sueños solo existen en la ficción. Hay que mirarlos y conformarse con eso; nada de arriesgarse, hay cosas más importantes que hacer.

Cárcel de lujo pero cárcel al fin. Resulta paradójico que no exista nada que nos prohiba cruzar esa puerta, superar esa barrera que solo nosotros somos capaces de crear.

Lamentablemente aprendí que los mejores sueños son compartidos. Espero cruzarme pronto con alguna soñadora porque la verdad, ya me estoy aburriendo de soñar solo con los ojos cerrados.

No nos vendría mal tener uno de estos en cada esquina eh. Tal vez haga falta esa sensación de propiedad para que la gente se anime a dar el primer paso.

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