jueves, 5 de agosto de 2010

¿Cómo estás?

Yo no sé. De nuevo la sed, las ganas de pasar por los pulmones algo distinto que aire y problemas para encontrar qué escuchar. Vengo hace bastante con esto, hay algo que me incomoda y no me deja ver las ideas del todo claras. Es raro, sí.

¿Cómo hacés para estar seguro de algo que ni siquiera existe? ¿Cómo sabés que por más que no exista, está cerca? De a ratos odio esta locura de ver cosas que los demás no. Este sentido común agudizado que de cierta forma, me adelanta en el tiempo alguna que otra vez.

No me gusta ser repetitivo pero vuelvo a lo mismo. El tiempo. Esa referencia que nunca me gustó seguir porque me obliga llegar tarde a todos lados. El que cada vez que cierro los ojos para traer algún recuerdo, me hace sentir totalmente insignificante. Lo que desperdicia más de un@.

No es algo tan simple, tiene muchas vueltas. Algunos dicen que es una línea absoluta que va al ritmo de un "tic-tac". Yo creo que no, me parece que lo único que marca un reloj, es a otro de su especie.

Graficando un poco: diez minutos, diez horas o diez años, en el instante en que los pienso son exactamente lo mismo. Puedo resumir cualquiera de los tres a una imagen. Lo único que me deja una referencia de la supuesta diferencia entre ellos, son las sensaciones que viví. Hubo minutos eternos, horas que parecieron segundos, años que ni siquiera puedo medir porque borré totalmente de mi conciencia.

Puedo parecer cínico, descarado, hipócrita o mentiroso pero por más que intente, no puedo recordar la sonrisa que se llevó gran cantidad de horas en este blog. No sé si es un juego de mi inconsciencia o si pesa más fuerte haber dejado de sentir que tantas horas de insomnio.

Parece entonces que lo único que realmente importa es el presente, hoy, ahora, este instante. El resto queda en una memoria imperfecta que solo recuerda lo que quiere y cuándo se le antoja. Una memoria frágil, que puede contaminarse de mil maneras diferentes y traicionar minutos, horas, días. Incluso tres años llenos de palabras, promesas, sensaciones y experiencias.


Ahora me voy dando cuenta qué me pasa ¿Qué tendré que hacer si lo que estoy haciendo no me convence o me resulta incompleto? ¿Confiar en que el tiempo va a modificar el futuro? No, tengo que cambiar el presente. El futuro llegó, hace rato.

No te asustes si empezás a ver en mí más espontaneidad o ciclotimia que de costumbre. Espero que entiendas mis ganas de que pase algo que todavía no sé realmente qué es. O sí, puede que lo sepa hace meses. Ya sabés que me gusta imaginar.

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