jueves, 15 de abril de 2010

L.P.M

Bueno ¿Qué querés? Con un recreo de vez en cuándo se hace mucho más llevadero. Estoy en casa, no miro TV y el MSN me embola demasiado. Lo único que encuentro para hacer, además de quemar neuronas jugando a un juego online, es postear en el blog para intentar quemar algunas menos.

Situaciones que amenazan con amargarte la vida:

Una que disfrutás los primeros días de cada mes: Llueve, mucho. Vas a hacer la compra grande al super, esa en la que terminás comprando hasta escarbadientes. Recorrés las góndolas, elegís un buen tinto, relojeás el sector de fiambres y sacás cuentas para comprar el mes que viene el Home Theater que venís posteergando hace un año. Llegás a la caja y te encontrás con 10, 15 bolsas que en su afán de agarrar todas las promociones, terminan costando el triple de lo que pensabas gastar.

Promo limpieza: "llevás 2 productos y el tercero lo pagás la mitad". Que ni se te ocurra comparar el precio del jabón en polvo con el de la semana pasada, te vas a amargar el mes. En fin, cerrás los ojos, sacás la tarjeta y pensás "dios proveerá" o alguna frase similar. Garpás, decidís abandonar el super para que tu jermu no siga cargando el changuito con giladas y te preparás para lo peor.

Afuera sigue lloviendo y obviamente no tenés paraguas porque los machos somos así. Te mojás hasta el tujes, acercás el changuito al auto y abrís el baúl. Empezás a mover las bolsas de una por vez porque si te hacés el Heavy Metal, terminás rompiendo el tinto, el detergente y los Glade Toque que son lo más caro que acabás de comprar.

Como si fuera poco haberte sentido pobre por 30 minutos y mojarte de pies a cabeza, falta el postre. En el momento en que levantás la primer bolsa, justo a un metro de donde estás parado, pasa un desprevenido que sin querer queriendo, pisa un charco y te deja más mojado que Acuaman.

Decime la verdad: estar del otro lado, en el auto desprevenido y disfrutar ver como un pobre cristiano sufre el Market-Tour del mes, tiene que estar bueno.


Una que podrías disfrutar una o dos veces por semana: Por más que solo tenga 21, estoy más cerca de los 30 que de los 20. Ya no me copa la idea de salir al boliche a hacerme el galán de cine y levantarme una, dos o tres minitas por noche. Ahora me conformo con que pase alguna y me pregunte si tengo novia, aunque si no estoy con muchas ganas de tolerar pendejas saltarinas, soy capaz de responderle que sí.

Algun@ que esté leyendo esto por ahí sabe que como todos, tuve mi Golden Age. Hoy la recuerdo con bastante melancolía, ya nada de eso me divierte como antes. Para ser sincero, me aburre todo lo que hacía hace algunos años, incluyendo discutir con el único propósito de que los demás me den la razón, o boludear pibitas a dos manos.

En esa época eran muchas las que conocía pero pocas las que recibían un mensaje o llamado a los días siguientes del encuentro. Pedía pocos celulares y el 90% de los casos, los anotaba con 15 dígitos. Claro, andá a saber qué especímenes conocía entre esas luces, humo y demás. No quiero ni imaginar.

La cosa es que el otro día, como nunca y después de tanto tiempo, relogié a una flaca que desde un primer momento se ganó toda mi atención. No tenía idea de quién era y no conocía a nadie de l@s que tenía cerca. No quedó otra: un trago bien pulenta como para caer un poco más ridículo de lo que soy y un par de miradas como para que se rescate que esa noche se iba a ir conmigo.

Te acercás, la sacás a bailar. Te movés más o menos como se mueve el resto, le decís alguna boludez al oído y le sacás una sonrisa. 10 puntos, ya tenés el 50% de la mina adentro. Solo te falta mirarla bien y pensar cómo hacés para encajarle un beso.

Garrón. Las cosas ya no son como antes, esta vez me detuve demasiado en analizar lo que estaba por encarar. Su ojo giratorio y dentadura de Robocop me obligaron a "ir hasta la barra a buscar algo para tomar". Lo peor de todo es que de lejos parecía Jesica Sirio, me tendría que haber quedado con eso.


Una que si sos muy desprevenido, podés disfrutar todos los días: Tenés que estudiar una materia que es un dolor de huevos. Además de ser aburrida, tremendamente larga y estar solo compuesta de leyes y la CN, las gotas que golpean el techo aumentan el sueño que en realidad tenés. Decidís estudiar pero antes querés darte el último gusto de preparar un buen café y comer algo, como para arrancar a leer con ganas. Ponés la pava, un par de tostadas y elegís con qué untarlas.

De paso, abrís el MSN y revisás algún foro de discusión, mail, Facebook o el mismísimo blog. Encontrás algo medianamente interesante para leer y armás una respuesta más o menos rápida porque tenés las tostadas y la pava a la espera. Cuando terminás de responder lo que atrajo tu atención en la red de redes, decidís ir a comprobar que todo marche bien en la cocina.

Garrón. Lo que deberían ser tostadas, son en realidad alpargatas. La pava está practicamente levitando y tuviste suerte de no haber dejado otra cosa a calentar, estaría esparcida por toda la cocina.

Bueh, agarrás un poco de manteca (o esos quesos untables y dietéticos que tan bien le hacen al sexo femenino), el tarro de dulce de leche y le hacés frente a las pseudo tostadas. Tres cucharadas de café, una de azucar, batís dos minutos y preparás el café que cortás con un dedo de leche.

Seguís revisando tu lugar en el ciberespacio y sin darte cuenta, comés la primer tostada. Te das cuenta que con las cosas que tiene arriba, safa bastante. Esto te pone de buen humor y te lleva a proponer leer o responder algo más desde la PC para ahí sí, apagarla y empezar a estudiar.

Que mal que estuviste. Después de la segunda tostada, se vino el trago de café practicamente desde el inconsciente que no tomó los recaudos necesarios. Olvidaste por completo que la pava estaba casi volando y te quemaste como te quemarías al intentar mover un tacho de basura de chapa que contiene una fogata dentro. Nombrás a un par de parientes y le das las tostadas al perro.

Y sí, quemarte mientras comés o tomás algo puede amenazar con amargarte el día, sobre todo porque la secuela dura tres o tal vez alguno más. Durante ese tiempo vas a tener la ilusión de que de un momento para el otro "vuelvas a sentir el gusto de lo dulce o la sal". Comer aire, si no fuera por los nutrientes, sería exactamente lo mismo

¿Dónde quedaron mis ganas de hacer un asado en estos días?

4 comentarios:

Mariano dijo...
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Uno de por ahí dijo...
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Anónimo dijo...
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Uno de por ahí dijo...
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